Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 12 de noviembre de 2011

PROMETEO DESENCADENADO

Prometeo desencadenado. Una crítica constructiva de la razón tecnológicaPROMETEO, el gran benefactor de la humanidad, pena encadenado el robo del fuego sagrado de los dioses. Gracias a ello los seres humanos habían podido pasar del estado de naturaleza a la civilización. Fueron así capaces de desarrollar las artes y el conocimiento de las cosas. Inventaron y transformaron, y sobrevivieron. Pusieron a su servicio a las demás especies animales y vegetales, de manera que sus recursos se acrecentaron sin cesar. Pero no consiguió darles también a los hombres la sabiduría que les permitiera convivir armoniosamente entre ellos mismos y con el entorno natural. Les faltaba el sentido moral del respeto mutuo y de la justicia política, que Zeus mandaría repartir más tarde entre todos por igual, pues no era cosa que pudiera dejarse en manos de técnicos y expertos, a quienes todos los demás debieran acatar. De otro modo, no habría ciudades en las que todos pudieran participar por igual y dar lo mejor de sí mismos para construir algo bueno juntos.

Pagó cara su inveterada insolencia hacia el orden impuesto por los dioses. Trajo la técnica a los hombres, que no sabían todavía hacer un buen uso de ella, volviéndolos prepotentes y peligrosos para el equilibrio sagrado del mundo. En el lejano Cáucaso, un águila le devoraba las entrañas cada día, un castigo eterno pues era inmortal. Pasado el tiempo y con el consentimiento de Zeus, Heracles mató al águila y ahora tenemos a Prometeo desencadenado desde hace ya bastante tiempo entre nosotros. No obstante, guarda todavía el titán de la humanidad un recuerdo de su pasado insensato: un brazalete hecho de la roca caucásica a la que estuvo encadenado. Una advertencia del poder otorgado al hombre y de la responsabilidad que éste mismo conlleva.


Como acierta a decir Hans Jonas, definitivamente desencadenado, Prometeo nos está pidiendo una ética y una política nuevas, más responsable, “que evite mediante frenos voluntarios que su poder lleve a los hombres a su desastre”.

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