Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

lunes, 14 de julio de 2014

¿Necesitamos partidos políticos?

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El pueblo dice: “No, ya estamos hartos de políticos, son todos iguales”. Y lo que quiere decir es que necesitamos otra forma de ejercer la política. Muchos igualan democracia y existencia de partidos políticos. Y esto es cierto a medias. La democracia de veras no se construye con cualquier tipo de partidos políticos. De hecho, también están presentes dentro de regímenes autoritarios. Ahora bien, lacalidad de una democracia puede medirse por la calidad de aquellos ciudadanos que tienen un mayor protagonismo político y que se organizan partidariamente (“los políticos”). Sufrimos un déficit democrático grave si los partidos políticos continúan siendo internamente las estructuras menos democráticas que tenemos. Habitualmente son estructuras de poder para obtener y organizar el gobierno de las cosas del pueblo. Pero resulta que todos los partidos políticos, sean de izquierdas o de derechas sonconservadores. Buscan conservar el poder a toda costa.
Ya estamos viendo cómo el pueblo necesitaba savia nueva, al grito indignado de “podemos”. Y ya sabemos lo que quiere decir esto: una manera diferente de gobernar. La mayoría de los políticos —de años de profesión— han quedado moralmente inhabilitados por acción, dejación o acomodación. Los partidos políticos no pueden ser estructuras de poder dirigidas a conseguir el poder en sí, es decir, para sí mismos y los “suyos”. Cada partido político habría de ser una perspectiva de la vida pública, necesaria y diferente, pero orientada siempre a la consecución del bien común, lo mejor para todos. No su cuota particular de poder ni su persistencia en él. En el juego de los partidos políticos no hay sorpresas ni verdaderas novedades de calado porque adolecen de creatividad. Las respuestas son siempre las mismas. Nuestros políticos son demasiado previsibles. Y esto es peligrosamente sospechoso, ¿no crees?
Algunas propuestas básicas para prevenir los males de los partidos políticos actuales y lograr una mayor calidad democrática pudieran ser éstas:
1) Mecanismos internos de control en los propios partidos políticos para filtrar quiénes son los representantes de sus afiliados y simpatizantes que, llegado el caso, van a tener que ejercer responsabilidades públicas. Así, por ejemplo, la lucha contra la corrupción no es eficaz sólo desde fuera, judicialmente o en las urnas, pues sólo se descubre siempre la punta del iceberg y el pueblo sólo puede votar dentro de lo que hay.
2) Igual que en vida pública en general, integrar con normalidad la renovación permanente de los líderes y de las cúpulas dentro de los partidos políticos. Con períodos limitados y no renovables de su mandato.
3) También una mayor transparencia de sus actividades y su financiación, y no falsa o aparente, para quedar bien, para cubrir la falta de confianza del electorado, sino transparencia interna en la toma de decisiones, como señala Byung-Chul Han.
4) La formación de partidos políticos deben ser un fruto maduro de la expresión del pueblo.Habrían de emerger desde abajo, desde la propia movilización de las comunidades ciudadanas y no como estructuras rígidas y fijas que se organizan y se imponen desde arriba para ejercer el poder de un modo partidista.
5) De ahí que la estructura normativa y burocrática de un partido no debiera nunca impedir la expresión de la discrepancia y la diferencia, sino favorecerla. Aunque es cierto, que no al precio de una completa ineficacia. Diseñar para ello unos mecanismos básicos de organización que no estén reñidos con la evolución y la novedad. Un equilibrio entre creatividad y organización.

Publicado en Queaprendemoshoy

jueves, 3 de julio de 2014

¿Por qué es tan educativo el contexto político?

A familia, Tarsila do Amaral

El contexto social de aprendizaje en que se viva educa o, por supuesto, maleduca. Pero es lo que más educa. Aprendemos a veces por nosotros mismos, sí; formalmente aprendemos en la escuela y nuestros padres nos orientan conscientemente hacia lo mejor que saben, es cierto. Pero lo que más educa sin apenas darnos cuenta es el contexto, los modelos sociales e individuales que nos circundan. Y no lo que dicen que hacen o lo que nos dicen que debemos hacer, sino lo que de hecho muestran, a veces, a pesar suyo. Sobre todo cuando son muchos los que muestran lo mismo. Cuando predominan ciertas conductas habituales. Tan habituales, que se vuelven normalesY nuestros políticos no se sustraen a esta realidad educativa. “Educa la tribu entera”, le gusta recordarnos José Antonio Marina.
¿Os habéis fijado en lo semejantes que son, en el modo de conducirse, nuestros políticos profesionales? La razón estaría en el contexto habitual en que se mueven. Aquello que más abunda y que es lo que más presiona, sabiéndolo o sin saberlo. Funciona frecuentemente un mecanismo social de “selección natural”: cuando predomina un determinado conglomerado de usos y costumbres, aquel que no encaja bien del todo, o no se adentra, o se aleja poco después de él; y si no, los demás se encargarán de hacerle la vida imposible para que se vaya.Así, los que quedan, claro, acaban pareciéndose demasiadoOcurre en todo tipo de grupos, también dentro de un partido político, y más si los que están llevan juntos mucho tiempo, haciendo lo mismo: política al uso. La política es eso, dicen. Pero, habría que decir: eso es lo que hay; lo que no significa que siempre haya sido así, ni tampoco que siempre vaya a ser así. Aquello que se construye socialmente, socialmente puede reconstruirse y reorientarse.
De ese modo se va gestando la corrupción política, pongamos por caso. Lo frecuente, se vuelve habitual, lo habitual, normal. Y lo normal, política y moralmente aceptable. Vayamos al fondo: la política es un medio para un fin, que es la realización de lo mejor para y por la comunidad de ciudadanos. Sin embargo, la costumbre es que la política se haya convertido en un fin en sí mismay los ciudadanos simples medios para justificar el poder político; la oportunidad para favorecer mis intereses y de los míos (mis allegados sociales y económicos). Sepervierte así la política y se corrompe la vida pública. Poco a poco, con aparente normalidad…
Pero todo podría ser diferente. No sabemos si nuestros políticos profesionales se dan cuenta de que, puesto que principalmente se educa con el ejemplo reproducido socialmente, ellos son un factor crucial de la educación cívica de nuestros jóvenes, y de la sociedad en general.Aquello que la escuela trata de inculcar por la mañana queda deshecho por la noche, a la hora de las noticias del día. ¿De qué nos vale educar a los jóvenes para ser buenos ciudadanos si nuestros políticos suelen estar tan mal educadosLa educación política ha de comenzar por aquellos que obtengan cargos públicos o los detenten. Los propios partidos políticos deberían promover esto internamente y servir de filtro. Como pensaba acertadamente Hans Jonas,el poder requiere de una gran responsabilidad, puesto que sus decisiones afectan a muchos y su conducta constituye un ejemplo para todos. ¿Eres consecuente? Si no, no te dediques a la política. Producirías un gran daño.
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