Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Estar en lo que se está




Observamos a un niño pequeño jugando con un objeto cualquiera, lo maneja entusiasmado como si lo viera por primera vez, tan metido en el juego que no existe nada más en el mundo. Está en lo que está. Observamos ahora a nuestro acompañante en el cine, absorto en la pantalla. En ese momento no sabe que él existe, pero existe. No es consciente de sí mismo como sujeto que mira las imágenes de la pantalla, pero sabe lo que está pasando, y luego, si le preguntas, te cuenta todos los detalles de la película y lo mucho que le ha gustado. Es decir, que en dicho estado de conciencia, tú estás allí, tú ves, pero no te ves a ti mismo (¿cómo puede ser eso?). Si embargo, como estás en lo que estás, estás a pleno rendimiento.

Imagínate si este estado lo pudieras llevar a tus tareas diarias. Así de concentrado, ¿en cuanto tiempo podrías acabar tu trabajo? Seguro que en mucho menos tiempo de lo habitual. Y a nuestros alumnos, ¿qué les pasa cuando no rinden en clase? Eso es: no están atentos, no están en lo que están. Sin embargo, tenemos la suerte de que la atención se puede educar, se puede ejercitar. ¿Cómo? Aprendiendo a atender al presente. Esto es posible cuando atendemos a lo que está aconteciendo. Lo sabrás porque tú has desaparecido como sujeto mental, pero estás completamente presente en la situación, realizando de manera muy productiva tu tarea. Estás fundido en ella con el objeto. O mejor dicho: no hay sujeto ni objeto, no hay dualidad. Compruébalo. Estás presente cuando tu “yo superficial”, con toda su carga de preocupaciones, deseos y juicios de valor que te desconcentran, estresan e inquietan, está ausente. Si aprendes a quitarte de en medio, disfrutarás mucho más de lo que estés haciendo y además serás más eficaz. Tu yo profundo actúa por ti, es decir, realmente tú mismo.