Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 15 de julio de 2017

¿Por qué es tan complicado el amor?





Dicen que para ser inteligente basta poseer una determinada capacidad desarrollada, que logre la realización eficaz de una determinada tarea. De ahí que nos hayamos acostumbrado a oír hablar de teléfonos inteligentes, procesos inteligentes o inteligencia artificial (AI), olvidando que la inteligencia no sólo actúa como una máquina –o más bien, una máquina como la mente humana-, sino que incluye en su actividad la conciencia de sí y la elección libre más allá –o más acá- de la eficacia y funcionalidad, algo propio de la racionalidad instrumental. Asimismo, nuestro tiempo también ha olvidado la diferencia entre “ser inteligente” y “vivir inteligentemente”. Si bastara ser inteligente para vivir bien, no nos angustiaríamos tanto, nos estresaríamos o viviríamos con tantos temores, a los que respondemos habitualmente a través de la huida o el ataque. En el relato, que comienzas a leer, del Café filosófico del mes de febrero de 2017 aprenderás a ser algo más inteligente porque serás capaz de vivir mejor, no porque conozcas mucho de poco o seas experto en algo, y porque efectúes muy bien tu trabajo, aunque tu vida vaya a la deriva más de lo conveniente. Alcanzarás la inteligencia desarrollando tus cualidades –no una, sino muchas de tus cualidades-, eso que se llama madurez personal. ¿Y qué tal una mayor madurez en el amor, para ser capaz de amar mejor?

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